Disciplina y salud. La mente y el cuerpo en sincronía...
442. DISCIPLINA Y SALUD
La mente y el cuerpo en sincronía
La disciplina, o mejor dicho la autodisciplina, como sinónimo de orden y respeto propio, es un elemento básico del éxito y se convierte en algo fundamental en la vida de las personas y de las organizaciones, incluyendo las deportivas. En última instancia puede verse como un acto de conveniencia, pues si usted es disciplinado en su vida, llegará lejos y tendrá mejor salud... y vivirá más y mejor. Todo está interrelacionado: salud, orden, disciplina, respeto, éxito. Final feliz. Pero no es fácil. Veamos por qué.
Sin disciplina, los negocios, los estudios, el deporte o la vida misma, no se conciben, no sólo en cuanto al cumplimiento de las reglas y el orden sino a todo el entorno. Si no se cumple el reglamento y no se es disciplinado, no se puede permanecer en ninguna organización, empresa o equipo. La expulsión es automática.
Si usted juega algún deporte, incluso como aficionado, y no quiere ser un perdedor, debe ser disciplinado, pues si no lo toma con seriedad, hasta el riesgo de sufrir una lesión aumenta considerablemente. Como deportista aficionado lo peor que se puede hacer es convertirse en jugador de “fin de semana”, porque la posibilidad de sufrir un infarto o una lesión se hace presente. No es sorpresa pues, afirmar que:
“Disciplina y salud van juntas; son tan esenciales que se consideran el primer paso hacia el éxito.”
“Adelgace y pierda peso en unos pocos días”, es una frase comercial en apariencia sencilla, pero tan difícil de lograr que se ha convertido en una mina de oro y en un negocio millonario que ofrece recetas y métodos para conseguirlo, pero con resultados casi todos fallidos. Lo que se vende es expectativa y esperanza a cambio de vaciarle sus bolsillos, que es lo que en realidad lo hace pesar menos. Sin embargo yo le diré cómo hacerlo: se llama disciplina. Si en verdad a usted le interesa cuidar su peso y su salud, con más o menos esfuerzo lo conseguirá. Sólo se requiere incorporar en su mente consciente y subconsciente la palabra mágica: disciplina. En el 80 por ciento de los casos dará resultado.
Analicémoslo de otra manera: el cuerpo humano es como una caja negra en donde al final lo que cuenta, para fines prácticos, son las calorías que entran a través de los alimentos y las que salen o se queman a través del ejercicio o las actividades cotidianas. Si lo que entra es mayor a lo que sale, tarde o temprano subirá de peso y viceversa. De modo que si toma en cuenta que los deportistas pasan varias horas en las prácticas y en el gimnasio, la fórmula no parece tan difícil. Todo es cuestión de hábito, pues una vez logrado éste, no podrá parar y no querrá vivir sin el ejercicio. Además su cuerpo lucirá esbelto, eliminará grasa corporal, se volverá más resistente a las enfermedades y tendrá más energía. Visualice su figura y piense, o inspírese, en alguien a quien admire.
Cada vez hay más gente que dedica parte de su tiempo libre al acondicionamiento físico, acuden a los spas, gyms, centros de artes marciales, carreras atléticas, ejercicio al aire libre en parques o ejercicio en casa.
Sin embargo, la mayoría de la gente no es disciplinada ni siquiera para comer y es entonces cuando empiezan las complicaciones, porque si a usted no le importa lo que come, cuánto y cuándo lo come, si come sólo para deleitar su mal educado paladar, su organismo la pasará mal, su sistema inmunológico se debilitará y, tarde o temprano, terminará con problemas de salud, y lo peor es que aumentará de peso. De modo que:
1. Haga ejercicio: quemará calorías y eliminará el estrés; el ejercicio rara vez le será perjudicial.
2. Coma sólo lo necesario, en la cantidad y frecuencia adecuada; coma con orden y sea moderado; siga una dieta o plan alimenticio.
3. Hágalo así siempre, no sólo una semana, ni un mes o medio año, hágalo toda su vida; haga de la disciplina su norma y su estilo de vida.
4. Dese un gustillo, pero sólo de vez en cuando; coma para vivir y no a la inversa.
Muchos atletas, a pesar de saberse superdotados, entrenan como novatos y evitan toda clase de excesos. Sobreestimar sus cualidades puede ser altamente arriesgado. Recordemos los casos de Muhammad Ali y Diego Maradona, ambos superdotados pero que terminaron mal. Maradona, poseedor de grandes facultades, creía que no necesitaba entrenar; de allí el mote —poco conocido— de “gato”, pues sólo necesitaba dormir y jugar. Pero eso, que se veía con asombro, fue precisamente lo que acabó prematuramente, entre otras cosas, con su carrera deportiva. Maradona se olvidó de la disciplina, del gimnasio y de los entrenamientos intensos a tope. Hace algunos años hasta puso en peligro su vida por el abuso en el consumo de drogas. Por su parte, Ali, ya fallecido, padeció durante varias décadas el mal de Parkinson.
Una cualidad distintiva de los atletas superestrellas es que, debido a su férrea disciplina y a la correcta dieta alimenticia, convertidos en grandes hábitos, no sufren lesiones serias que mermen su rendimiento. Evitan los excesos pues saben bien que si su preparación es deficiente, pronto vendrán las lesiones. Muchos piensan que las lesiones son “cosa de mala suerte”, cuando en realidad son resultado de un mal estado físico y mental. El sobrepeso es una de sus principales causas; pocas veces las lesiones son cosa fortuita.
Así también, la fatiga aparece derivada de un mal estado de salud o mala condición física, convirtiéndose en un factor que hace perder partidos.
“El deficiente acondicionamiento físico y mental es el causante principal de las lesiones.”
Lance Armstrong, el multicampeón de ciclismo, fue un deportista tan disciplinado que le permitió vencer al cáncer y ganar siete veces Le tour de France. Sin embargo esa imagen se desplomó cuando se comprobó que se dopaba. Armstrong terminó por aceptarlo.
Una anécdota interesante es el caso de Sean Elliot, estrella de los San Antonio Spurs, quien regresó del umbral de la muerte gracias a que recibió, por medio de un trasplante, un riñón de su hermano Noel, mostrando luego una sorprendente recuperación. Elliot, consciente de que antes que ser basquetbolista, está el don de la vida y de la salud, declaró después de lograr el campeonato: «No creo que sea el momento de hablar de mi carrera profesional, lo único que puedo decir es que he ganado el mejor título de todos, el de la vida». Seguramente Elliot conoce la cita del pensador Thomas Carlyle: «Sólo la salud es una victoria». Sean Elliot recuperó, con tesón y disciplina, su salud y como caso insólito volvió a jugar.
De modo que la diferencia, entre lograr o no sus propósitos, se llama disciplina, usted decida.
Ver también texto completo en mi blog: http://elgranpoderdeloshábitos.blogspot.com
Tomado del capítulo 8 del libro: “Los hábitos para ganar”.
Juan Antonio Razo