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Psicología de los sismos… la otra mirada.


El pasado 19 de septiembre se recordaron, con diversas ceremonias y simulacros, los sismos de 1985 y de 2017. Éste es un breve análisis desde un enfoque psicológico.

Un sismo es un fenómeno natural, es un suceso que cuando lo vivimos nos cambia la vida y en muchos casos nos ocasiona daños materiales y hasta irreparables con las consiguientes secuelas psicológicas.

La primera gran pregunta que surge es: ¿Cómo debemos conmemorar este día?

En primer término, en incontables sitios se recordó la tragedia, se oró por las víctimas y se elevó una plegaria suplicando al Creador que evite que vuelva a ocurrir. Aunque no será así, pues los sismos son un fenómeno que ocurrirá cada vez con mayor frecuencia. Lo cierto es que a diario hay una gran cantidad de movimientos sísmicos que nos resultan imperceptibles. Lo normal es que tiemble y no lo contrario.

En segundo término, en numerosas organizaciones, escuelas y empresas se realizó el llamado simulacro con el fin de saber cómo actuar en caso de que suceda un sismo, lo cual está muy bien. Yo le llamaría “ensayo y respuesta ante un sismo” pues se trata de educar al subconsciente para que actúe en forma sistemática en vez de reaccionar de manera emocional. Un punto fundamental que nos puede salvar la vida es que escuchemos nuestra sexto sentido o percepción extrasensorial; es una cualidad que se puede desarrollar, como lo saben lo que han leído mi teoría MMC; es como traer un GPS mental. En el pasado sismo, dos estudiantes que se dejaron llevar por su PES o GPS salvaron su vida. Recordemos que el año pasado primero fue el simulacro y minutos después el sismo real. La gente se preguntaba cuando escuchó por segunda vez las alarmas sísmicas: ¿Otro simulacro?

En tercer término, conviene analizar y valorar esta opción: en vez de conmemorar esta fecha con sentimientos de tristeza y temor, convertida en algunos casos en psicosis, se debe convocar a un enlace mental colectivo que nos dé fortaleza y que contrarreste al minuto de silencio y al mar de lamentaciones y pensamientos de dolor y tristeza que nos invaden. Pensemos con seriedad en esta expectativa.

También es útil recordar que la periodicidad de estos sismos-terremotos ha sido de alrededor de 30 años. Veamos: 23 septiembre de 1902, 3 de julio de 1932, 28 de julio de 1957 (cuando se cayó el Ángel), 19 de septiembre de 1985 y 19 de septiembre de 2017.

Veamos otros conceptos que pueden ser de utilidad: ¿Cómo trabaja la mente cuando ocurre un sismo? Dejamos de pensar con lógica y nos invade el miedo, el temor y hasta el pánico. Nos dejamos llevar por nuestras emociones que con frecuencia nos paralizan. Lo principal es conservar la calma para poder actuar en forma racional. Parece algo complicado pero si nos lo proponemos no es tan difícil. Recordemos cómo reacciona el cerebro ante la experiencia del peligro y del miedo condicionado: la información al llegar al tálamo auditivo es retransmitida a la propia amígdala y a la corteza, la primera reacción es instintiva y la segunda es racional aunque lenta. Visto así, podemos aprender a controlar el miedo. Piense en la cultura japonesa, pues ellos nacen en medio de los sismos y aprenden cómo reaccionar.

El conocido instructivo: “Qué hacer en caso de un sismo” hay que traerlo impreso en nuestra cartera o guardado en nuestro dispositivo móvil, y leerlo reiteradamente. Recuerde la conocida la regla del triángulo así como traer un silbato. Lo que no entiendo es por qué la gente se ríe cuando les muestro mi silbato y algunos hasta se atreven a improvisar una broma. Eso no está bien, pues hay que tomarlo con seriedad. Las demás reglas las podrá encontrar en mi artículo completo en mi blog.

Una vez pasado el sismo las reacciones son diversas: unos lloran, otros buscan con desesperación a sus familiares y otros, guiados por un impulso humanista, empiezan a tratar de ayudar a los demás sin importar raza o credo, o si son familiares, amigos, conocidos o desconocidos. Es la tragedia que nos ha unido.

Y Aquí surge la segunda gran pregunta: ¿Por qué somos solidarios sólo cuando suceden tragedias como la que ocasiona un fuerte sismo, o inundaciones u otro desastre natural? Lo correcto es que seamos solidarios en la vida diaria, pero nuestro subdesarrollo nos impide pensar en los demás en situaciones normales. Esto sí es un problema que nos impide crecer como sociedad y nación.

Lo peor es que también hay quienes aprovechando la tragedia se dedican al vandalismo y toda clase de abusos y fechorías. Es el lado negro del ser humano que también hace su presencia.

La tercera gran pregunta y cuya respuesta dejaremos para mejor ocasión son las secuelas del sismo, entre ellas el estrés pos-traumático que, como se sabe, se presenta después de una vivencia traumatizante.

Por último, aclaremos que temblor, sismo y terremoto son sinónimos, no sólo etimológicamente sino técnicamente. La ciencia debe corregir esta subjetividad de términos, pues hasta ahora lo único que se reconoce para diferenciarlos es la dimensión de los daños.

Reflexión final. Si el hombre es impredecible los sismos también. Cuando suena la alarma sísmica es porque la ola u onda ya viene en camino…

JUAN ANTONIO RAZO/ Escritor, consultor y conferencista/razo@desarrollointegraluno.com


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