448. EL ENCANTO DE LA POESÍA
La poesía debería ser no sólo lectura para las minorías, sino un campo fértil para casi “todos”, y en vez de ser “terreno elitista” —si se puede llamar así sin pretender ser irónico— debiera ser, desde nuestra niñez, un “libro abierto”. Yo defiendo y apoyo a la poesía desde que — ya como adulto— la descubrí y entendí su belleza; a partir de entonces le he sido fiel además de que la veo con respeto y profunda emoción. Antes de ese momento ya me sabía varias decenas de poemas que, desde niño, mi maestra —a quien tanto quiero— me enseñó. Ahora me sé, casi un centenar de poemas lo cual ya es de por sí un excelente ejercicio para la memoria.
También debo reconocer que no es tan evidente entender para qué nos sirve la poesía pero considero que es tarea individual descubrir ese encanto y ese beneficio espiritual que nos brinda. El premio o recompensa llega por sí solo, y para algunos poetas ese premio también suele ser —por excepción— económico. Sin embargo, considero que lo más importante es la trascendencia.
Por lo tanto debemos aprender a entender la poesía, no sólo la de Jaime Sabines o de Mario Benedetti sino la de Nicolás Guillén, de Manuel Benítez Carrasco, de Elsa Parrao, de Alfonsina Estorni y tantos y tantas más.
El poema “ESTARÉ SIEMPRE AQUÍ”, es un poema breve pero no por eso deja de ser bello. Este poema consolida la relación Madre-hija, una relación que no siempre es de una alianza natural, por eso es que hace falta decirlo en forma expresa y personalizada.
ESTARÉ SIEMPRE AQUÍ
Estaré siempre aquí
para comprenderte.
Estaré siempre aquí
para reír contigo.
Siempre aquí
para llorar contigo.
Siempre aquí
para hablar contigo.
Siempre aquí
para pensar contigo.
Siempre aquí
para hacer planes contigo.
Aunque no siempre
estemos juntos,
no olvides que
yo estaré
siempre aquí,
para
amarte.
Susan Polis Schutz
Pag. 136 del libro
Juan Antonio Razo