EL HOMBRE. El macrocosmos y el microcosmos
- Juan Antonio Razo
- 9 sept 2016
- 3 Min. de lectura
Una interpretación de nuestra ubicación en el Universo.
Esta publicación se compone de tres artículos:
1. El hombre. El macrocosmos y el microcosmos
2. La capacidad del cerebro.
3. La comprensión del cerebro.
Los tres están relacionados y forman un trilogía que espero resulte de interés al lector.

455. EL HOMBRE: El macrocosmos y el microcosmos
Una interpretación de nuestra ubicación en el universo
¿Dónde estamos y qué papel juega el hombre en el universo?
Ésta es una de las preguntas que el hombre se ha hecho desde el principio, aunque no siempre con respuestas cercanas a la verdad.
Hoy día, el ser humano está considerado como un elemento intermedio entre el macrocosmos y el microcosmos. Esta similitud es tan exacta que los científicos modernos han llegado a la conclusión de que, en una escala de tamaños, el hombre se hallaría justamente a medio camino entre las dimensiones de un átomo y de una galaxia.
Una aproximación sorprende que hizo el astrónomo Pierre Simon de Laplace en el siglo XVIII fue cuando concibió al Universo como un gigantesco reloj, es decir, como una serie de acontecimientos donde cada causa producía un efecto determinado. Laplace, heredero directo de Newton, decía: “Un cerebro que en un momento dado conociese todas las fuerzas que actúan en la naturaleza y la posición de todas las cosas de las que se compone el mundo, incluiría en la misma fórmula los movimientos más grandes del Universo y el de los más ligeros átomos".
Muchos siglos atrás, Aristóteles, guiado por la intuición, llegó a decir: “Este mundo (nuestro planeta) está vinculado a los movimientos del mundo superior (el universo); todo el poder de este mundo está gobernado por esos movimientos".
453 CAPACIDAD DEL CEREBRO.
Algunos datos que no dejan de asombrarnos
A fin de no perder la perspectiva, conviene recordar algunos datos acerca del cerebro que no dejan de asombrarnos y nos hacen tener presente que es el órgano más complejo que existe en el universo. Se compone de 100,000 millones de neuronas, éstas se comunican entre sí de 1000 millones de formas distintas en uniones sinápticas.
Su capacidad es tal que, teóricamente, con sólo diez cerebros se podría abarcar la información contenida en todos los libros de todas las bibliotecas, algo equivalente a varios cientos de billones de bits. La capacidad de memoria de un individuo es equivalente, teóricamente, a 11 millones de hojas de enciclopedia.
Algo cada vez más conocido es el dato —como frase hecha— de que el hombre es polvo cósmico, fragmentos de materia estelar. Esto se oye incomprensible a primera vista pero no tanto si recordamos que el proceso evolutivo se inició hace unos 4,500 millones de años, cuando en el tercero de los planetas que se formaron en torno a la estrella amarilla llamada sol, las moléculas inorgánicas se transformaron en cadenas orgánicas y el proceso siguió hasta que hace solo un millón de años surgió la inteligencia. Carl Sagan lo dijo a su manera en forma casi poética (para quienes desdeñan la poesía): “somos fragmentos de materia estelar que, después de haber recorrido un largo camino, volvemos la vista atrás para preguntarnos sobre nuestros orígenes”. Dicho de otra forma, lo que el cerebro busca son “explicaciones”.
En mi publicación 410 me referí al tema de si el cerebro es capaza de analizarse y comprenderse a sí mismo. Una especie de paradoja.
410. LA COMPRENSIÓN DEL CEREBRO
Mientras más lo entendemos más nos damos cuenta que menos sabemos
¿Puede un cerebro humano entender la complejidad del cerebro humano? ¿Puede el cerebro entenderse a sí mismo? Algo así como un desdoblamiento para poder autoanalizarse.
Aplicando el teorema de Kurt Gödel podríamos comprobar que una computadora es incapaz de modelar o diseñar una computadora de su mismo tamaño. La razón es evidente, casi un axioma, puesto que la capacidad necesaria para modelarse así misma ocuparía virtualmente toda la memoria del modelador y lo bloquearía al no dejarle cumplir ninguna otra función.
Si el cerebro es un biocomputador que se aloja en el cráneo humano, entonces es evidente que el cerebro por sí solo jamás será suficiente para completar una visión global de sí mismo. Sólo podremos alcanzar a comprender pequeñas porciones, quizás algunas funciones completas sobre la memoria o el aprendizaje pero, en sí, estamos limitados por nuestro propio cerebro pues necesitaríamos un cerebro mayor y más complejo que el nuestro.
Otros cerebros no humanos como los de las ballenas y delfines podrían ayudar a modelar el nuestro. El de la ballena, por ejemplo, tiene un volumen seis veces mayor y es posible que nosotros tendríamos que aprender aún más de lo que ellas podrían enseñarnos…
Hoy día la mayor parte de mi tiempo está dedicado al estudio de la conciencia y la mente como componentes principales del cerebro y su relación con mi teoría MMC.


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