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Con el espíritu en alto

463. Frente a mi hogar corre un ancho camellón que va por toda la avenida; por él se extiende una larga hilera de jacarandas cuyas flores color violeta adornan la calle al despuntar la primavera. El ver cada mañana desde mi ventana esta escena, inflama mi espíritu y lo mantiene sano. Al espíritu hay que ejercitarlo siempre, en forma similar a como se ejercita el cuerpo en el gimnasio. Mantener el espíritu en alto nos predispone a la lucha diaria.



Tener un espíritu sano es tener tranquilidad, paz y serenidad. Es estar bien con uno mismo y con Dios. Todas las manifestaciones del espíritu son esenciales para vivir bien. El espíritu positivo es la chispa que le da vida a nuestro ser, nos mantiene en equilibrio y le da la correcta dimensión a las cosas. Ya lo dijo la superestrella del tenis Serena Williams: «Si no luces bien, no podrás jugar bien».

Pregonemos los valores espirituales para que impregnen todos los ámbitos de nuestra heterogénea sociedad. Por ejemplo: ejercitemos el alma haciendo el bien a alguien que no pueda pagárnoslo, hagamos algo que no nos agrade a fin de sentirnos más dignos y seamos generosos en la alabanza. La Madre Teresa de Calcuta lo decía de una manera simple: «Haz siempre el bien».


“Sólo por hoy vigorizaré mi espíritu. Leeré algo que requiera esfuerzo y meditación.”


Un espíritu elevado entusiasma al alma que también puede ponerse en ebullición. Si se eleva al rango de pasión, ésta debe estar bien orientada. Una baja pasión nos destruye. Todos debemos ser seres apasionados, pero apasionados por un ideal. Me gusta aquel bello pensamiento de Voltaire: «Yo, como Don Quijote, me invento pasiones sólo para ejercitarme». Pero habrá que tomar con cuidado y prudencia estas palabras.

Todas las personas que conozco y que han estado en peligro de morir, valoran la vida de diferente manera que antes de haber vivido ese trance. Adquieren una mayor sensibilidad, afloran sus valores espirituales y cambian su manera de ver la vida. ¿Por qué esperar a sufrir una experiencia de ese tamaño para cambiar? Creo que no es necesario que paguemos este alto precio para modificar nuestra perspectiva hacia la vida, disfrutar de la naturaleza y sacarle jugo a los sucesos del día.

El yoga, el zen, el karate, el tae kwon do y en general todas las disciplinas orientales que nos enseñan, entre otras cosas, la meditación, la relajación, la disciplina y el respeto, son herramientas para lograr un estado espiritual sano y elevado. La sofrología es una disciplina que nos enseña la técnica de la relajación dinámica. Bailar, con sus consabidas limitantes, también nos ayuda a relajarnos.

Dedicar media hora diaria, a solas, a la meditación, a la relajación, a la contemplación o a pensar en la perfección, nos da un equilibrio invaluable. Así también, la esencia de nuestro espíritu está conectada directamente con nuestras creencias religiosas.

La disciplina zen budista practicada por el coach Phil Jackson, el más ganador en la historia de la NBA con once campeonatos, uno más que J. Averbach, proporciona el equilibrio espiritual que los jugadores necesitan. La utiliza para guiar a los equipos que dirige y crear en los jugadores un sentido de unidad, pues las rivalidades que suelen surgir entre ellos se evitan a través de esta disciplina porque aprenden a vivir en armonía. La meditación es el principal recurso que se utiliza en el budismo zen con resultados sorprendentes. El mismo Jackson se mantiene en equilibrio gracias a ella.

Un estado mental zen bien entrenado nos capacita para estar relajado y enfocado a la vez. Una óptima mente zen nos mantiene firmes en medio del caos. Es como estar en el centro de la tormenta y, mientras todos están dando vueltas sin control, movernos tranquilamente dentro de una gran quietud.

En resumen, la doctrina y disciplina zen se centra en saber “disfrutar el momento”, lo cual es de aplicación universal. Dentro del deporte, disfrutar el momento no ha sido privativo de Michael Jordan, el mejor atleta de la historia, pues hay que reconocer que los otros dos Michael’s, tanto Schumacher, el excampeón de Fórmula Uno, como el plusmarquista Johnson, lo disfrutaban a su manera.

Todas estas disciplinas nos instruyen y capacitan para mantener el difícil equilibrio que se requiere entre acciones llenas de carácter y fuerza durante los momentos críticos y un instante después ser capaces de sonreír para la foto.


“Disfrutar el momento es el centro del budismo zen. Cada quien debe adaptarlo a su personalidad.”


La expresión latina Carpe diem, que se traduce como: “aprovecha el día”, y que se volvió popular gracias al actor, ya fallecido, Robin Williams en la cinta La sociedad de los poetas muertos, donde caracteriza al profesor Keating, es una frase motivacional que todos debemos considerar. Aprovechar el día es como no dejar nada en el plato sin probarlo.

Juan Antonio Razo. Escritor, consultor y conferencista


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