La verdadera libertad financiera
Abril 1 de 2018 (Para leer en 8 min.)
CONCIENCIA Y PARADIGMAS
LA VERDADERA LIBERTAD FINANCIERA
Por J. A. Razo
Existe la creencia de que si Adán y Eva hubieran hecho bien las cosas en el Paraíso no tendríamos que trabajar para ganarnos el pan. Sin embargo esa interpretación de la Biblia es incorrecta pues si leemos la historia de Adán y Eva con diligencia observaremos que la intención del Creador era que el hombre trabajara y de que el trabajo fuera una diversión y alegría. Así pues, al principio, el trabajo se concebía como un regalo.
En algún momento, en este mundo terrenal las cosas cambiaron y en la actualidad se trabaja por dinero. La gran pregunta es: ¿Trabaja usted por el gusto al trabajo o por el gusto de tener dinero o la necesidad de ganarlo? Es obvio, sin necesidad de encuestas, que en general se trabaja para ganar plata y así, conscientes o no, regresamos a la sentencia bíblica del Génesis: “Te ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Entonces surge la gran paradoja: “Si trabajas por dinero, eso quiere decir que si tuvieras suficiente dinero dejarías de trabajar”.
De esta gran paradoja parten los autores de libros que nos “enseñan” cómo encontrar lo que ellos llaman “La libertad financiera”. Desde hace décadas nos lo vienen diciendo los libros de Napoleón Hill, luego los de Robert T. Kiyosaky y más recientemente los de Alejandro Saracho, sólo por nombrar tres ejemplos. El éxito comercial de estos libros comprueba los deseos de un lector ilusionado e iluso que termina confundido al querer lograr algo que no tiene un correcto punto de partida…
Si usted parte del principio de trabajar por placer y diversión ya está en el camino correcto para lograr su libertad y salir de esa prisión o suplicio que para la gran mayoría significa el trabajar. Luego de dar este primer gran paso, lo siguiente sería lograr que el campo que usted eligió se convierta en su real pasión y el tercer paso es liberar su mente, que es donde empieza la verdadera libertad, incluyendo la laboral, económica y demás, para luego alcanzar lo que yo podría llamar “vivir auténticamente”. Bajo este razonamiento el título de este artículo bien podría llamarse “cómo alcanzar la libertad laboral”, lo demás como ya lo mencioné, llega como consecuencia, incluyendo el de emprender, en muchos casos, su propio negocio. Y recuerde que el pretender amasar una fortuna implica riesgos que hay que calcular bien y que un dato estadístico demuestra que quienes persiguen solamente el dinero sólo unos cuantos lo consiguen.
Para comprobar que va por la dirección correcta tome en cuenta lo siguiente: “Si realmente ama lo que hace, ¿estará dispuesto a hacerlo aunque no le paguen?” y “dedíquese a hacer lo que le apasiona y luego busque quien le pague por hacerlo”.
De esta manera es como en realidad usted dejará de trabajar el resto de su vida y con un alto grado de probabilidad de que logrará el éxito, en un grado acorde a su capacidad y desarrollo, incluyendo desde luego el éxito económico. Lo demás, como el invertir en bienes raíces o en la bolsa de valores, dedicarse a las ventas, administrar sus tarjetas, o emprender un negocio independiente tiene truco o es un garlito. No digo que no sea posible pero es poco probable para la mayoría.
Pensemos por un momento en Juan Gabriel y Stephen Hawking quienes trabajaron hasta su muerte en lo que amaban y fueron libres en el mayor de los sentidos al grado que mencionar lo económico resulta innecesario. O bien Guillermo Del Toro, recientemente galardonado con el Óscar, quien en sus entrevistas mencionó: “siempre he hecho lo que se me pega la gana”. En los tres se cumplen todo lo explicado pues desde jóvenes sabían su vocación y pasión de manera que en realidad, visto así, nunca trabajaron. El éxito, incluido el económico sólo fue una consecuencia.
Otras historias tal vez menos conocidas son las del publicista David Ogilvy, de quien hay que leer su obra “Confesiones de un publicitario”, y la del basquetbolista estrella de la NBA, ya retirado, Charles Barkley quien el día de su retiro dijo: “Estoy agradecido con la Liga, con todos, con la vida, con Dios, en toda mi vida nunca he trabajado, sólo he jugado al basquetbol”.
Si usted es de los que quisieran tener suficiente dinero para dejar de trabajar espero haberlo convencido de que es un error, independientemente de su edad. Recordemos la paradoja de que a mayor edad la inactividad resulta contraproducente.
Amable lector, analice por su cuenta el caso de Lee Iacocca quien, después de que fue despedido por H. Ford, bien pudo haberse dedicado a jugar golf el resto de su vida, pero a los quince días, previa consulta con su esposa, se contrató con Chrysler a la que sacó de la bancarrota en la que estaba. Chrysler tuvo que indemnizar a la Ford Motor. Por favor lea su libro “Autobiografía” y su segundo libro “Hablando claro”. Son clásicos.
Yo, emulando a C. Barkley, digo: doy gracias a mi padre, J. A. Razo, quien me enseñó el camino del trabajo desde los 7 años y a mi maestra de primaria, E. Barrón, quien al comenzar la jornada ponía a cantar y a declamar al numeroso grupo. Aún recuerdo el poema “Trabaja joven sin cesar trabaja” de Elías Calixto Pompa, y el poema-melodía “A trabajar, con mucho placer a trabajar”.
El trabajo, pues, es cuestión de educación y formación desde la edad temprana. Cuando se incorpora a nosotros como parte de nuestra naturaleza se puede considerar como un hábito. © 23
Juan Antonio Razo
Escritor, consultor y conferencista
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