top of page

¿Nada personal o todo personal?


¿Nada personal o todo personal?

La respuesta es “depende”, es decir, no hay contradicción en esta aparente dicotomía. Ambos cuestionamientos son ciertos y la respuesta dependerá del escenario o circunstancias.

“TODO PERSONAL”. Aunque cada vez somos más humanos, casi 7.5 mil millones, el avance tecnológico ha logrado que la tendencia actual sea el fabricar los productos y ofrecer los servicios en forma individualizada, como si fuera “un traje a la medida”, principalmente en áreas como la salud, la educación, la nutrición, la práctica deportiva y otras muchas, sin olvidar que los buenos hábitos tienen como característica principal el ser personales, pues son diferentes para cada uno.

Sí, este mundo se ha personalizado. Cada uno de los humanos somos únicos y diferentes tal como lo revela una gota de sangre o nuestro ADN. La atención médica es cada vez más personalizada, tal como lo predije en una conferencia que impartí hace 26 años en el Colegio Médico de Irapuato. Previos análisis de laboratorio, el diagnóstico y tratamiento deberá ser personalizado.

La educación y formación familiar, debieran también ser un proceso personalizado pues cada hijo es diferente, pero hasta hoy no se hace así. Igual sucede con especialistas nutriólogos que nos dicen que la alimentación influye en el 65% del bienestar y salud, el ejercicio en un 20% y el sueño en un 15%. Estos números son sólo datos promedio y cada quien debe determinar sus valores exactos.

“NADA PERSONAL”. Por otra parte, la aseveración “Nada personal”, tiene que ver principalmente con el campo de las emociones. Todos conocemos la frase, “No te lo tomes personal”, dicha a manera de consejo y con el fin de que seamos ecuánimes y no nos dejemos llevar por un arranque de ira. Quizá conozcan el vocablo “apatheia” o “apatheia estoica”, que existe desde la época griega y se refería a un estado mental alcanzado por una persona libre de alteraciones emocionales. Podría entenderse como ecuanimidad o indiferencia en su connotación positiva, pero no debe confundirse con apatía que tiene una connotación negativa. Lo que se buscaba era la liberación de toda pasión (apatheia). Pretendían eliminar las respuestas emocionales a aquellos eventos externos que estén fuera del control de la persona. Para ellos constituía la respuesta racional óptima, controlando su propia voluntad. Esto no implica la pérdida de todo sentimiento o cortar sus relaciones con el mundo. Un estoico que lleve a cabo juicios y actos virtuosos experimentaría un sentimiento positivo controlado. Significaba libertad de necesidades e impulsos indomables.

Hoy día, aunque sabemos y aceptamos que somos seres emocionales, es imperativo que aprendamos a controlarlas. De hecho, se pueden y se deben controlar nuestros estados emocionales, aún para temperamentos latinos. Si nos aplicamos podemos lograrlo.

Una premisa que nos condiciona es que se nos ha convencido que primero “sentimos” y luego “pensamos” lo cual no es exactamente así. Los académicos e investigadores a través de sus libros se han propuesto crear todo un patrón de conducta al respecto. Yo le llamo Mercadotecnia literaria.

Otra frase o premisa que nos condiciona y hasta estigmatiza es una usada tendenciosa e irónicamente en el mundo (o inframundo) de los negocios: “No es nada personal, sólo negocios”. Hay que tomar esta ironía con reserva.

Por eso nuestra percepción se vuelve sustancial. Se deben cambiar nuestras percepciones para luego cambiar nuestras emociones. Cada circunstancia será distinta y tendremos que adecuarla, por eso hay que mantener en nuestra mente la célebre frase de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias” (la cita completa se puede leer en la imagen de este artículo). Si estamos conscientes y preparados podemos adaptarnos a las circunstancias para luego modificarlas según se requiera.

Dentro de este contexto la mente sana es esencial. La mente entrenada incluye una mente atenta, clara y sana, pero antes que la mente, como tantas veces lo he explicado en mi “Teoría MMC”, está la conciencia, primero despertar la conciencia y luego aprender a mantenerla plena.

En mi caso, al iniciar el día o salir de casa me autoformulo una serie de declaraciones, una especie de decálogo que me prepara para tener la mente en su lugar y no dejarme arrollar por las emociones y sentimientos. Esta actitud con el tiempo se transforma en hábito. Una vez adquirido el hábito lo demás es mucho menos difícil, hasta volverse casi “pan comido”.

En el libro de gran éxito “Los cuatro acuerdos” de Miguel Ruiz, el autor trata el tema refiriéndolo a la historia de la cultura Tolteca y dice: “No te tomes nada personalmente”. Luego describe este ejemplo. “Si te encuentro en la calle y te digo ‘eres un estúpido’ no me refiero a ti sino a mí; si te lo tomas personalmente creerás que eres un estúpido”. Libros como éste deberían ser detonadores de un cambio fundamental en nuestra conducta, pero desafortunadamente no sucede así y observo que el comportamiento es el mismo y tal vez hasta haya un retroceso dada la situación social que vivimos. La solución a este problema se llama “nueva conciencia”, punto que el autor no aborda.

Un ejemplo, más que evidente, se presenta cuando el conductor de un automóvil se “enciende” provocado por otro alocado e irresponsable conductor que lo rebasa o se le “cierra”. Una mente entrenada no reacciona a esas tonterías y lo primero que piensa es “no tomarlo en forma personal” ya que sabe que no es una acción contra él sino que el otro conductor, al que ni conoce, ya es así, y que su mala conducta tarde o temprano le terminará por “cobrar la factura”. Yo le llamo “la impaciencia tonta”. Recordemos que entre más entrenada, adiestrada y educada esté nuestra mente mejor reaccionaremos ante esas provocaciones.

También, amables lectores, intentemos eliminar este pésimo hábito cada vez más acrecentado: “El mal hábito de sentirnos ofendidos”, y a veces hasta indignados, y casi siempre por nimiedades. Los estudios demuestran que, curiosa y absurdamente, estos arranques de ira la mayoría de las veces son por estupideces.

Hay también estudios que demuestran que si nuestro subconsciente no hace su tarea las emociones nos ganarán y que en no pocas situaciones una palabra, una sola palabra podrá disparar nuestros emociones hasta trastornarnos y enfermarnos. En este año de elecciones esas palabras bien podrían ser: “política”, “partidos políticos”, “gobierno”, etc.

Espero que vean con interés y utilidad este artículo. Si su respuesta es positiva presentaré una segunda parte. © 23

Juan Antonio Razo

Escritor, consultor y conferencista

Tel. Ofic. 01 55 53739357

Móvil 55 28643937

Entradas destacadas
Vuelve pronto
Una vez que se publiquen entradas, las verás aquí.
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page