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Cómo detener el envejecimiento


Este artículo va dirigido no sólo a las personas mayores de 50 y 60 años sino también a quienes rondan los 40 pues el tiempo no espera. En la adultez se suele ver con desdén el paso del tiempo pensando que la llamada vejez no llegará. “Todos” estamos expuestos sin distinción de raza o etnia al proceso del envejecimiento pero también “todos” podemos retrasarlo, desacelerarlo y hasta detenerlo, y en casos excepcionales hasta revertirlo. Mis argumentos son diferentes comparados con los de D. Chopra que se refieren al cuerpo mecánico cuántico que no envejece, pero coincido con él cuando afirma que “envejecer es un error”. Yo, por mi parte, tengo mis propios postulados y reglas.


Tenemos tres edades: la cronológica, la biológica y la mental. Este primer postulado no necesita mayor explicación, y sólo diré que conozco gente que su edad cronológica ─la que aparece en su acta de nacimiento─, es de 65 años pero biológicamente tiene diez años menos ─lo que se revela en su rostro, cuerpo y salud─, y su edad mental es la de un adulto joven lo que se comprueba con su manera de pensar. Por eso se dice que la edad ─la del acta─, es un simple número o mejor todavía, como yo lo afirmo: “la edad es un estado mental”.


La expectativa o esperanza de vida de la edad media era de tan sólo 35 años. Más tarde, a mediados del siglo XX era de unos 50 años, pues se dio un salto importante gracias a L. Pasteur. Actualmente, en nuestro país ronda los 75. Las preguntas son: ¿Si se acepta que nuestra vida empieza a declinar a partir de los 50 años, por qué nuestra expectativa de vida no merodea los 100 años? ¿Por qué la curva de descenso es más pronunciada que la de crecimiento o desarrollo en vez de ser simétrica? Parte de la respuesta está en que cuando somos jóvenes o adultos descuidamos nuestro cuerpo y nuestro intelecto. Luego, ya con más de 50 o 60 años en pleno proceso de envejecimiento seguimos descuidando diversos aspectos esenciales para nuestra salud y el cuidado de nuestro cerebro, y nuestra expectativa de vida disminuye sensiblemente. De modo que la “regla de oro” para corregir este proceso degenerativo se llama autodisciplina. Sin autodisciplina difícilmente se cumplirá lo demás.


El siguiente postulado es: vencer el paradigma social de la edad, que influye y permea en nuestro subconsciente y terminamos por aceptarlo. En ese sentido la sociedad es cruel pues discrimina, jubila y estigmatiza a los “viejos”, quienes entran subconscientemente en el juego. En manos de cada uno está el ganar esta batalla.


Pero visto desde otro ángulo, ¿En realidad a qué edad se empieza a envejecer? Mi repuesta es que sin importar la edad que tengamos, cuando perdemos el interés por vivir en ese momento empezamos a envejecer y el proceso de deterioro celular se acelera. Pero el concepto “deseo de vivir” hay que entenderlo no sólo como sinónimo de querer pasarla bien, de diversión, viajes, paseos, reuniones con los amigos, ver TV largas horas, etcétera, lo cual ayuda pero no mucho. Vivir con alegría también es importante pero no suficiente, pues lo principal es mantener activa la mente, de poseer el deseo de mejorar, de involucrarse en algún proyecto y tener cierta responsabilidad, de seguir aprendiendo, de leer, de imponerse retos, de enseñar y de transmitir las experiencias, entre otra cosas. No se quede en su zona de comodidad pues quien sólo se divierte no está cumpliendo bien su plan de vida. El postulado es: no se jubile, pues la inactividad física y mental resulta contraproducente.


Por otra parte, cuando se entra en el proceso de envejecimiento se empieza a hablar mayormente del pasado, poco, muy poco, del presente y nada, casi nada, del futuro. Se utilizan expresiones como “yo fui”, “yo estuve”, “yo gané”, etcétera. Entonces el subconsciente recibe los mensajes y actúa en consecuencia. Postulado: no se concentre en el pasado.


Un postulado más: sea moderado en lo que haga y no se abandone a sí mismo. La palabra clave se llama moderación: comer, ejercitarse, dormir, etcétera, con moderación. Y no caiga en la apatía y el abandono. El aseo diario es fundamental. La vanidad en su aspecto positivo juega su papel, pues un halago sincero de alguien que no tenga prejuicios y que nos diga: “luces bien, se te ve rejuvenecido”, vale oro.


En el estupendo libro “Cincuenta y tantos”, de Juan F. Hitzig, el autor parte de que el punto de inflexión de nuestra vida se encuentra a partir de los 50 o más años y menciona lo escrito líneas arriba acerca de que la segunda mitad de nuestra vida es más corta en tiempo y calidad que la primera. El autor induce al lector al cambio, y recurre a la mnemotecnia usando el binomio “conductas-actitudes” agrupados en sendas listas, unas producen cortisol y otras serotonina.El resultado es la eterna reacción emocional que se quiere controlar erróneamente como si fueran mandatos ignorando el papel de la conciencia. Mi tesis se contrapone a la del autor pues uno puede evitar el envejecimiento del cerebro y la mente, y así derrumbar el paradigma que nos ha manipulado durante siglos.


Hablando de la mente ─que es el punto medular de mi artículo─, como tantas veces lo he afirmado, su poder es prácticamente infinito, pero al mismo tiempo es un poder desperdiciado. La edad nos hace jubilar nuestro cuerpo pero algo peor que eso es jubilar nuestra mente. Si usted piensa que ya está viejo, acelerará su envejecimiento. Los antiguos sabios atribuían el envejecimiento a un error del intelecto. Este error consiste en que nos identificamos sólo con el cuerpo físico, pero si queremos prolongar nuestra vida se requiere corregir el error del intelecto. Hay que llevar la mente a un plano que está más allá de la edad y entonces nuestro cuerpo reaccionará de igual forma, envejecerá con mayor lentitud porque así se lo ordena la mente. Este es un principio simple que no ha sido reconocido por la medicina tradicional. Así que mantenga su mente en forma: arme rompecabezas, juegue al memorama y dominó, resuelva crucigramas, juegue ajedrez y, principalmente, lea y estudie. El postulado es: “mantenga a cualquier edad la mente activa”. En el deporte profesional yo manejo el siguiente postulado: “Primero entrenas la mente y luego entrenas el cuerpo”.


En cuanto a la Salud, la Alimentación, el Ejercicio y el Descanso ─escritos con mayúsculas─, son temas tan recurrentes que poco queda por decir. Sólo recordemos que la salud no es negociable y que la atención médica juega un papel fundamental en su salud. Si uno se conoce bien y sabe lo que hace, el mejor médico es uno mismo, uno debe de saber identificar las señales de su cuerpo, pero si no es así entonces es un gran error automedicarse o hacer caso a los consejos del vecino. Un postulado más: Disfrutar la comida saludable es el reto a vencer. Parafraseando a Rumi, maestro persa del siglo XIII y refiriéndome a la comida diré que veneno es todo aquello que va más allá de lo que necesitamos. Postulado final: Si usted hace lo correcto su salud será óptima y podrá ver de lejos (aunque atento y consciente) a la enfermedad, desde los cuadros típicos hasta los grandes flagelos de la humanidad empezando con la obesidad, diabetes e hipertensión y terminando con la demencia senil, Alzheimer y Parkinson, entre muchos, muchísimos otros. Yo les llamo los “fantasmas de la salud”.


Más que el concepto “calidad de vida” que se refiere principalmente a la salud, me gusta usar un concepto que acuñé y que llamo “vida productiva” que se refiere a una visión más correcta del individuo. Un ejemplo actual sería la de la cosmonauta rusa Valentina V. Tereshkova, de 81 años, primera mujer que voló al espacio, y quien ha manifestado su deseo de poder participar en las misiones a Marte, aún a sabiendas de que es un viaje sin retorno.

Finalmente, una lista de hábitos cuya utilidad está fuera de discusión: ducha diaria con agua fría, ejercicio moderado pero constante, relajación y meditación, autocrítica positiva, mantenerse en su peso correcto y la eterna petición: ¡leer! © 23


Juan Antonio Razo

Escritor, consultor y conferencista

Tel. Ofic. 01 55 53739357

Móvil 55 28643937

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