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Págale al siguiente... la otra mirada.


“Págalo al siguiente, en cuanto puedas”, describe de mejor manera el propósito de la frase, en vez de “Págalo después” o “Pay it forward” que es la frase original. Lo probable es que no conozca usted la frase, pues en una encuesta realizada sólo una minoría la había oído, menos la habían entendido y todavía menos la habían puesto en práctica. En mi caso conocí la frase a principios del siglo y en mi novela “Travesía hacia la libertad” describo esta frase como todo un fenómeno social global.

La frase se dio a conocer en el año 2000 con la película “Pay it forward”, traducida como “Cadena de favores” que se oye mejor que la frase en inglés. La película fue adaptada del libro de C. Ryan Hyde, a quien debe atribuírsele la frase. A los que vieron el filme, éste es un buen momento para reflexionar y poner en práctica este valiosísimo principio. Curiosamente, con la muerte del empresario Bruce T. Halle, en enero pasado, reencontré la frase. El legado de Halle se resume en 5 consejos: 1. Sé honesto, 2. Trabaja duro, 3. Diviértete, 4. Sé agradecido, 5. Págalo después.

¿Entonces, cómo debemos de entender esta frase que va más allá de su significado literal? “Págalo después”, no se refiere al pago de una deuda material o alguna promoción turística como la popular frase: “viaje ahora y pague después”. Tampoco tiene que ver con cuestiones divinas o religiosas, algún milagro o algo mágico. “Págalo después” se refiere a cuestiones terrenales simples, actos plenos de gratitud y sentido humanista. Pero también es un tema digno de estudio, pues se demuestra que la bondad humana es contagiosa y que el humanismo existe. Por igual se puede analizar desde una perspectiva de la globalización.

"Cadena de favores" parece una buena traducción del nombre de la película, pues ésa es la idea de la frase "Pay it forward", algo así como: "devuelve el favor pero no a quien te lo hizo sino a otra persona".

Mi razonamiento es así: “Siempre” habrá alguien que nos haga un favor con desinterés, pero que al no poder devolvérselo, debemos pagarlo a otro en la primera oportunidad. Por ejemplo: alguien le cede el paso al caminar en una pasillo estrecho, alguien le ayuda a recoger algo que se le cayó, alguien le entrega la correspondencia que el cartero dejó equivocadamente en su domicilio, alguien le ayuda a buscar a su mascota extraviada, y así cientos de acciones sencillas, y otras no tanto, llenas de bondad a las cuales uno debe corresponder, aunque no sea a la misma persona. Igual sucede si nos referimos a cuando conducimos el auto: alguien que le cedió el paso, alguien que le advirtió de una puerta mal cerrada, alguien que le pasa “corriente” a la batería de su auto, entre otras muchas situaciones que suceden. Recuerdo que hace muchos años alguien me ayudó a apagar el fuego que se inició en el compartimiento del motor de mi Mustang, acción que pude devolver poco tiempo después a otro. En ese tiempo no sabía de este maravilloso principio. Pero no confundamos estas acciones con obligaciones establecidas que debemos de cumplir como sería respetar el límite de velocidad, respetar la luz roja del semáforo, no rebasar por la derecha y un larguísimo etcétera.

¿Por qué entonces, este tipo de enseñanzas no se vuelven comunes en nuestra sociedad y vida cotidiana? Una respuesta la encontramos al reflexionar que estamos en una época donde seguimos siendo sacudidos por la violencia, y la sociedad, con la brújula extraviada (léase deshumanizada), se encuentra ante dilemas que no sabe responder por falta de preparación y desarrollo. Cierto que la pobreza extrema nos lleva a actos extremos, pero los principios debieran prevalecer. Por otra parte el realizar un favor a un desconocido, aunque fuese un favor simple pero lleno de bondad muchos podrían considerarlo algo ingenuo o hasta estúpido, dependiendo del grado de desarrollo o civilidad del país o región. Sin embargo no es así, pues gratitud con gratitud se paga, ésa es la esencia del principio. Es entonces que resurge la pregunta planteada al inicio del párrafo.

En mi teoría MMC explico que para que una sociedad cambie su comportamiento deberá despertar, es decir prepararse y además tomar conciencia plena de lo que sucede, de otra manera a uno le podrán hacer un favor, pero la falta de conciencia hace que lo olvidemos, o bien subestimemos el acto o hasta, como ya lo dije, consideremos un “tonto” a quien nos ayudó. O sea, que el elemento que falta incluir en la ecuación para que ésta funcione se llama “conciencia”. Hay datos que demuestran que en sociedades con buen nivel de desarrollo se produce un efecto positivo y se crea una oleada de buenas acciones. De cualquier manera, sea cual sea la situación, usted haga su parte pagando al siguiente y no olvide incorporarlo en su conducta “habitual”.

Tarea para el lector: Tome la iniciativa y haga el favor de regalar un libro a quien usted decida, pídale luego que “pague” ese favor regalando dos libros a sendas personas, luego esas dos personas a su vez regalarán un libro a cuatro personas y así sucesivamente. Un cálculo algebraico nada complicado comprueba que con pocas repeticiones de esta acción pondríamos a leer a todo México y luego al mundo entero. Recuerda usted la historia de los granos de trigo del inventor del ajedrez, en donde se ponía un trigo en la primera casilla o escaque, dos en la siguiente, cuatro en la tercera y así sucesivamente…

JUAN ANTONIO RAZO/

Escritor, consultor y conferencista/

razo@desarrollointegraluno.com

ANEXOS

CADENA DE LIBROS

Un sencillo cálculo algebraico usando logaritmos nos lleva a calcular que una vez iniciada la cadena por un individuo regalando sendos libros a dos personas, y éstos a su ve a cuatro, y así sucesivamente, en 27 repeticiones o eslabones de esta cadena se tendrían un poco más de 130 millones de personas con un libro bajo el brazo. Es asombroso este cálculo y hasta parece fantasioso, pero las matemáticas no mienten, o mejor dicho son exactas. De modo pues que empecemos la cadena de una vez.

CADENA DE SONRISAS E HISTORIA DE LOS GRANOS DE TRIGO

(Fragmento de la carta de un náufrago que escribe estando en una isla desconocida. Tomado de la novela Travesía hacia la libertad)

Pase lo que pase, mi vida ya nunca será igual. Si logro sobrevivir, mi vida cambiará para siempre, mi perspectiva será otra; de hecho, ya es otra desde ahora. Creo que todos los seres humanos debiéramos pasar por un trance similar, en el que nuestra vida realmente peligre. Esto haría que modificáramos nuestra conducta, nuestros valores y principios. Sería como reconstruir nuestra propia naturaleza. Pero, creo que no deberíamos de tener que pagar éste tan alto precio para cambiar como personas. Y es que la sensibilidad del ser humano, cuando se ha estado en peligro de morir, cambia radicalmente. Tal parece que es necesario vivir el sufrimiento para luego poder apreciar toda la alegría y todo lo positivo de la vida.

¿Qué pasaría si en vez de esperar que alguien nos sonría o nos dé algo, decidimos tomar la iniciativa y sonreímos y ayudamos a alguien. Luego le pedimos que no nos pague el favor a nosotros, sino que lo haga ayudando a su vez a otros dos y así sucesivamente. La ola o cadena pronto crecería en forma exponencial. Sería equivalente a un mensaje de optimismo que crearía una ola universal, tan grande, que su sonido armonioso alcanzaría a escucharse en otras galaxias...

Este efecto sería similar al que se presentó, según la leyenda, hace muchos siglos, cuando, Caissa, el inventor del ajedrez le pidió al rey que, en señal de pago, le entregara unos granos de trigo, poniendo en el primer cuadro solo un grano, en el segundo dos, en el tercero cuatro, y duplicarlo así en cada cuadro. El rey, agradecido por tan ingenioso juego, ordenó a uno de sus súbditos que tomara un costal y de allí le dieran el trigo. Pero al hacer las cuentas nadie imaginaba —sólo su inventor lo sabía— que al llegar al último de los 64 escaques o cuadros, la cifra resultante fuera de 18.5 trillones de granos de trigo; cifra astronómica que no alcanzaría con toda la producción de trigo del mundo y que, para almacenarla, se requerirían 161 millones de edificios de diez pisos.

BRUCE THOMAS HALLE.

Fue un hombre de negocios estadounidense, y el fundador y presidente de Discount Tire. Era la persona más rica de Arizona, con un valor neto estimado de $ 5,2 mil millones en el momento de su muerte.

CATHERINE RYAN HYDE

Es una novelista y escritora de cuentos estadounidense. Sus obras son bestseller en Estados Unidos e Inglaterra. Sus historias cortas han recibido numerosos premios y honores. Fecha de nacimiento: 17 de abril de 1955 (edad 63 años), Búfalo, Nueva York, Estados Unidos. Educación: Bennett High School. Películas: Pay It Forward

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